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Jorge Abel Fernández
CARTA ABIERTA
Soy el intendente del Partido de Lincoln por decisión libre de los ciudadanos, expresada en elecciones legales, de acuerdo a los principios republicanos y democráticos que, desde la Constitución Nacional y Provincial, se establecen.
Esta verdad enunciada, tan simple y poderosa a la vez, fue atacada, vapuleada, insultada, desde el día siguiente de mi asunción por aquellos que no entendieron ni entienden que su tiempo político ha terminado, que la realidad de nuestro Pueblo y su gente los ha superado y que el oscurantismo que los caracterizó por más de una década, se ha extinguido por la voluntad popular.
El pasado lunes 9 de octubre, en oportunidad que el Concejo Deliberante sesionara en Pasteur, fuimos testigos de otro lamentable episodio: en un proyecto que presentaron, intentan imputarme de supuestas e inexistentes faltas que deberían resultar lesivas al interés institucional del municipio y ocultan, intencionalmente, el requisito de la ley –a pesar de ser conocidos los antecedentes de sujetos que, cobardemente, intentan revertir la voluntad del pueblo que ya los rechazó- que exige que las causales por las cuales se pueda designar una comisión investigadora deben ser, como lo dije antes, lesivas al interés patrimonial del municipio.
Esta calificación objetiva de “lesión patrimonial” debió ser la piedra angular de la prueba a aportarse para que el Concejo Deliberante resolviera la conformación de la mentada comisión. Nada de ello se dijo, ni nada de ello se aportó.Obviaron tamaño recaudo porque son concientes que nada de lo que anuncian es real en el curso de esta gestión de gobierno y además porque estoy absolutamente convencido que jamás lesioné ni perjudiqué patrimonial ni institucionalmente al municipio de Lincoln.
A tal punto esta cuestión marca a sus autores que fuimos testigos también de quizá la actitud más incongruente y ridícula de la política local, desde el principio de sus tiempos, ya que quienes programaron, material e intelectualmente, la iniciativa de formación de una comisión para que investigue faltas graves y reiteradas, gravedad de conducta, incumplimientos de la ley, etc., etc., ante la alternativa de votar por el tratamiento inmediato, dada la naturaleza que conlleva la propuesta, no tuvieron “el tesón del clavo enmohecido que ya viejo... vuelve a ser clavo, sino la cobarde estupidez del pavo que amaina su plumaje al primer ruido...” (Almafuerte), y como los pavos, decidieron en vez de mantener firme y vigente su propuesta, agachar el lomo y encaminarse hacia los oscuros pasillos del pase a comisión.
No me asombra ni la actitud, ni la decisión, ni el comportamiento demostrado en la sesión del Concejo Deliberante, pues la misma es la continuidad de una política de obstrucción permanente con la que me he acostumbrado a vivir y a convivir desde la asunción de mi cargo y que a la vista de los logros de esta gestión no me ha mellado en lo más mínimo, pues la obra pública continúa a pasos agigantados, a las viviendas le falta muy poco, las finanzas están en orden, cerramos el ejercicio 2005 con un superávit de más de dos millones de pesos, no aumentamos un solo centavo las tasas municipales, la gestión administrativa es la adecuada y no he generado reclamos judiciales de los ciudadanos, todo lo cual me demuestra, objetivamente, que nos conducimos con apego a la legalidad interna y externa del estado municipal. Que se haya logrado un aumento sustancial del magro salario, heredado de la gestión anterior, de los trabajadores municipales en más de un 50% durante nuestra etapa, demuestra que es una preocupación permanente que tengo de mejorar la calidad de vida de nuestros compañeros de labores.
Es decir que en nada me ha afectado, menos aún en lo personal, este ensañamiento artero, que está lejos de la acción política racional y evolucionada que el siglo XXI requiere.Y si realmente alguna vez nos hemos retrasado en brindar informaciones requeridas por los concejales ha sido, por una parte, involuntaria, a raíz del alto y complejo cúmulo de trabajo que en esta gestión tenemos y por otra parte, sinceramente, no en mis palabras sino en las de San Ambrosio que no hemos respondido porque “el que pregunta con mala intención no merece conocer la verdad”.
En definitiva quiero manifestarles, desde lo más profundo de mi corazón, a todos los habitantes del Partido de Lincoln que no existe en mi gestión ningún acto reiterado que califique de grave a mi conducta, en ejercicio de mis funciones y que a la vez resulte lesiva al interés patrimonial del municipio; que tengan la tranquilidad espiritual de que en esta gestión continuaré sin pausa y con prisa con todas las obras emprendidas, con la cultura, con la educación, con las becas, con toda la acción social necesaria, para que todos los linqueños, con integración, podamos vivir en un lugar y en un tiempo que nos merecemos, y que, finalmente, como al hablar de gestión se trata de obras, materiales e inmateriales, me viene a la memoria lo que alguien dijo:
“Las grandes obras las sueñan los genios. Las ejecutan los luchadores natos. Las disfrutan los felices cuerdos. Las critican los inútiles crónicos”.
Lincoln, 11 de octubre de 2006.-
Jorge Abel Fernández
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